miércoles, 29 de mayo de 2013

MANUEL BELGRANO (segunda parte)



            SEGUNDA PARTE………..



Batallas de Tucumán y Salta

El mismo día que hizo flamear esa bandera, en enero de 1812, era nombrado jefe del Ejército del Norte. Debía partir hacia el Alto Perú, a reemplazar a Juan Martín de Pueyrredón y engrosar el ejército con las tropas de su regimiento.

Se hizo cargo del mando en la posta de Yatasto: del ejército derrotado quedaban apenas 1500 hombres, de los cuales 400 internados en el hospital; tampoco había casi piezas de artillería, y no tenía fondos para pagar a los soldados. Instaló su cuartel en Campo Santo, al este de la ciudad de Salta. Se dedicó a disciplinar el ejército y organizó su hospital, la maestranza y el cuerpo de ingenieros. Su seriedad y su espíritu de sacrificio le ganaron la admiración de todos y logró levantar el ánimo de las tropas.
En mayo se trasladó a Jujuy e intentó algunas operaciones en la Quebrada de Humahuaca. Para levantar la moral del ejército, hizo bendecir la bandera por el cura de la iglesia de la ciudad, Juan Ignacio Gorriti, que había sido miembro de la Junta Grande.

En esta situación, Belgrano recibió del Triunvirato la orden de replegarse, sin presentar batalla, hacia Córdoba. Así fue que dirigió el "Éxodo Jujeño": ordenó a toda la población seguirlo, destruyendo todo cuanto pudiera ser útil al enemigo. No pudo hacer cumplir esa misma orden para la ciudad de Salta, dado que el enemigo estaba ya muy cerca.
La Junta establecida en Buenos Aires le ordenó una retirada hasta la ciudad de Córdoba, pero Belgrano, conocedor por experiencia de los territorios, observó que las posibles defensas de Córdoba podrían ser muy fácilmente esquivadas por una ofensiva realista procedente del Alto Perú, e incluso reforzada desde el reocupado Chile (la ciudad de Córdoba aunque está a cerca de las sierras se ubica ya en una llanura escasamente defendible por lo cual, sin presentar batalla a los patriotas los realistas podían avanzar directamente hasta Buenos Aires), lo cual le hizo considerar la petición de resistencia a ultranza hecha por el pueblo en San Miguel de Tucumán.

El jefe del ejército de vanguardia realista, general Pío Tristán, avanzó hasta las afueras de la ciudad con sus tropas desprevenidas, con la artillería empacada sobre las mulas.
Pero cuando el ejército se presentó en el llamado "Campo de las Carreras", en las afueras de la ciudad, fueron sorpresivamente atacados por el ejército independentista. La batalla de Tucumán (24 de septiembre de 1812) fue increíblemente confusa: cada unidad peleó por su lado, se desató una tormenta de tierra, e incluso el cielo se oscureció por una manga de langostas. Belgrano acampó a cierta distancia, y sólo el llegar la noche supo que había triunfado. Fue la más importante de las victorias de la guerra de la independencia argentina.

Belgrano reorganizó las tropas y avanzó hacia Salta. El 20 de febrero de 1813 se libró la batalla de Salta, en la pampa de Castañares, lindante con la ciudad de Salta, en la que logró un triunfo completo, haciendo inútil la defensa de las tropas de Tristán. Fue la primera vez que la bandera argentina presidió una batalla.

Firmó con Tristán un armisticio, por el cual dejó en libertad a los oficiales realistas, bajo juramento de que nunca volvieran a tomar las armas contra los patriotas.
Esta decisión le valió las críticas de los miembros del gobierno porteño y de muchos historiadores actuales. Pero es posible que, si se hubiera portado con más crueldad, como Castelli en 1811, no hubiera podido recibir el apoyo que recibió en el Alto Perú.
Como consecuencia de la batalla de Salta, las provincias altoperuanas de Chuquisaca, Potosí, y más tarde, Cochabamba, se levantaron contra los españoles. Expulsó al obispo de Salta, cuando descubrió que estaba cooperando con los realistas.

Campaña al Alto Perú

En abril de 1813 inició el avance hacia el norte, al territorio de la actual Bolivia. Intentó no empeorar las relaciones con los altoperuanos, que habían quedado mal predispuestos contra los porteños desde las imprudencias de Castelli y Monteagudo, pero hizo ejecutar a los realistas que habían violado el juramento dado en la batalla de Salta y por el que habían sido liberados: les cortó las cabezas y las hizo clavar con un cartel que decía "por perjuros e ingratos".
En junio entraba con su ejército de 2.500 hombres en Potosí, donde reorganizó la administración y nombró gobernadores adictos en casi todo el Alto Perú. Mientras tanto, Goyeneche era reemplazado por Joaquín de la Pezuela, un general, más hábil que aquel, que pronto reunió un ejército de casi 5.000 hombres.
Belgrano se puso en marcha con 3.500 hombres, y contando con el apoyo de las fuerzas indígenas acaudilladas por Cornelio Zelaya, Juan Antonio Álvarez de Arenales, Manuel Asencio Padilla e Ignacio Warnes. Éste último había sido nombrado gobernador de Santa Cruz de la Sierra por Belgrano, y había logrado extender significativamente el territorio liberado.

Enfrentó a Pezuela el 1 de octubre en la batalla de Vilcapugio, donde en un primer momento pareció que podía lograr la victoria. Un sorpresivo contraataque realista logró una victoria total para Pezuela. En ella perdió poco menos de la mitad de sus tropas, casi toda su artillería y su correspondencia. Por ésta, Pezuela supo que Belgrano esperaba refuerzos. Por eso forzó rápidamente una nueva batalla.
En la batalla de Ayohuma, del 14 de noviembre, no atinó a ocultar la disposición de sus tropas, lo que permitió que Pezuela lo atacara con seguridad, cambiando de frente. Fue una completa victoria realista.

Como consecuencia de estas derrotas se retiró a Jujuy, dejando las provincias del Alto Perú en manos del enemigo. Quedaban en esas provincias varios jefes guerrilleros, los más destacados de los cuales fueron Arenales, Warnes y Padilla, que dieron mucho trabajo a su enemigo hasta el regreso del Ejército del Norte, al año siguiente.

Pero no sería bajo el mando de Belgrano: cuestionado por el gobierno de Buenos Aires, en enero dejaba el mando del Ejército del Norte al entonces coronel José de San Martín en el encuentro de La Posta de Yatasto, Salta. Belgrano se puso a órdenes de San Martín como su segundo, pero a los pocos días regresó a Buenos Aires, seriamente enfermo por afecciones contraídas durante sus extensas campañas militares, probablemente paludismo y tripanosomiasis.
Pese a encontrarse con un ejército material y anímicamente diezmado, San Martín reconoció en todo momento la gran labor libertadora desempeñada por Belgrano al frente de las terribles campañas del Alto Perú, profesándole en todo momento un gran respeto y admiración.

Su fracaso en esta campaña ha sido considerado como determinante de la posterior separación entre Argentina y Bolivia. Tal secesión parece deberse sin embargo a causas más profundas, tal como el inexplicable desinterés del gobierno de Buenos Aires, que en una carta fechada el 9 de mayo de 1825 le responde al mariscal Antonio José de Sucre que es volun­tad del Congreso General y Constituyente que las provincias del Alto Perú queden en plena libertad para disponer de su suerte, según crean convenir mejor a sus intereses y a su felicidad.

Fue, con San Martín y Bernardo de Monteagudo, uno de los principales promotores de la declaración definitiva de la independencia argentina en San Miguel de Tucumán, el 9 de julio de 1816.






La guerra civil
Al llegar a Buenos Aires fue puesto a cargo del ejército de operaciones contra los federales de provincia de Santa Fe, en reemplazo de Juan José Viamonte. Éste estaba sitiando la villa de Rosario. Su segundo era Eustoquio Díaz Vélez, el mismo que había sido su segundo en Tucumán, Salta, Vilcapugio y Ayohuma. Lo envió a exigir rendición a los santafesinos, pero éste -tratando de evitar una guerra civil- acordó el llamado Pacto de Santo Tomé con el gobernador Mariano Vera, en abril de 1816. Por este tratado depuso a Belgrano como jefe del ejército, colocándose él mismo en su lugar. Esta rebelión de Díaz Vélez provocó la caída del director Ignacio Álvarez Thomas. Pocos días más tarde, una comisión porteña integrada - entre otros - por Díaz Vélez firmaría un nuevo tratado con Santa Fe, que terminaría por ser dejado de lado por el nuevo Director, Antonio González Balcarce, y por el Congreso de Tucumán, provocando que el caudillo federal José Artigas y el gobierno de Santa Fe se negaran a enviar diputados de los pueblos del litoral al Congreso que declararía la Independencia Argentina.22

En agosto de 1816 se hizo cargo nuevamente del Ejército del Norte; pero no pudo organizar una cuarta expedición al Alto Perú, como era su sueño. Sólo alcanzó a enviar al teniente coronel La Madrid en una campaña menor, en marzo de 1817, hasta las cercanías de Tarija. Pero La Madrid, después de una pequeña victoria, y con apenas 400 hombres, atacó Chuquisaca por sorpresa. Fue derrotado y tuvo que huir por la sierra y la selva, volviendo a Tucumán por el camino de Orán.

También en 1817, por orden del Congreso de Tucumán, envió a sus mejores tropas a aplastar la revolución federal de Santiago del Estero, acaudillada por Juan Francisco Borges, quien fue capturado por Aráoz de La Madrid. Al saber de la prisión de Borges, Belgrano — que originalmente había ordenado su fusilamiento — le indultó; pero Lamadrid ya había fusilado a su rival santiagueño.
Tras esto, Manuel Belgrano pasó dos años acantonado en la rústica fortaleza de La Ciudadela, a un par de kilómetros al sudoeste de la Plaza Mayor de la ciudad de San Miguel de Tucumán, sin recursos para seguir la guerra, y tratando de contrarrestar los posibles contraataques de los españoles y realistas.

            Se le ordenó repetidas veces utilizar divisiones del Ejército del Norte contra los federales de Santa Fe. Envió contra ellos al coronel Juan Bautista Bustos, que no logró doblegar la resistencia del caudillo santafesino Estanislao López.24 Si bien no combatió personalmente a los federales, y continuamente se quejaba al gobierno de la inutilidad de esa guerra, advirtiendo a las autoridades establecidas en Buenos Aires que la población de las provincias estaban descontentas del centralismo:
"Hay mucha equivocación en los conceptos: no existe tal facilidad de concluir esta guerra; si los autores de ella no quieren concluirla, no se acabará jamás... El ejército que mando no puede acabarla, es un imposible. Su único fin debe ser por un avenimiento... o veremos transformarse el país en puros salvajes..."25
A mediados de 1819, cuando estaba ya muy enfermo, el general Rondeau, nuevo Director Supremo, ordenó que el Ejército del Norte y el de Los Andes abandonaran la lucha contra los realistas para aplastar las rebeldías provinciales. San Martín sencillamente ignoró la orden, mientras Belgrano obedecía a medias: ordenó a sus tropas iniciar la marcha hacia el sur, pero pidió licencia por enfermedad y delegó el mando en su segundo, Francisco Fernández de la Cruz.
           Se instaló en Tucumán, pero a poco de llegar fue sorprendido por un motín en esa provincia, que llevó al gobierno a su viejo conocido Bernabé Aráoz, y terminó con el general en prisión. Su médico particular, el escocés Joseph Redhead - a quien había conocido después de la batalla de Tucumán y que lo había acompañado desde entonces - tuvo que interceder por él para que no fuera encadenado. Fue también él quien preparó su viaje a Buenos Aires.26
La provincia de Tucumán negó su obediencia al Directorio. Dos meses más tarde, también el Ejército del Norte se negaría a apoyar al gobierno central contra los federales: al llegar a Santa Fe, el general Bustos dirigió el llamado motín de Arequito, y el Ejército del Norte fue disuelto.25

Manuel Belgrano y la educación

Manuel Belgrano fue uno de los próceres argentinos que más énfasis puso en impulsar la educación. Durante su estadía en España había elaborado un plan de acción, que en total abarcaba seis puntos. Uno de ellos estaba dedicado a la educación:

Antiguamente se halló en la política la máxima siguiente: ´Es bueno, mantener la gran masa del pueblo en la ignorancia, idea que aunque no fuera indigna del hombre, se opone directamente al verdadero interés del Soberano. (...) Ése es uno de los objetivos más importantes del gobierno. Vasallos dichosos y Soberano poderoso, son los resultados del estado actual de las escuelas públicas, y de la educación lugareña, que después de mil ensayos, se han establecido en varias provincias de Alemania, Suecia, Inglaterra, etc. (...) Por este medio se logran en la gran masa de una nación costumbres sanas.



          Que orgullo me da ser un argentino que tuvo un hombre de estas características. !!!!!!!!!!!!!!!!!!


martes, 28 de mayo de 2013

MANUEL BELGRANO 1ERA. PARTE

Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano (Buenos Aires, 3 de junio de 1770, 20 de junio de 1820) fue un intelectual, economista, periodista, político, abogado y militar de las Provincias Unidas del Río de la Plata, actual Argentina. Participó en las Invasiones Inglesas, en la Revolución de Mayo, en la Guerra de Independencia de la Argentina y en las guerras civiles argentinas. Fue el creador de la Bandera de Argentina.




Belgrano fue un destacado representante de la población criolla de Buenos Aires, y uno de los principales impulsores de la emancipación del país que luego se llamaría Argentina, respecto a España. Para ello en un principio promovió las aspiraciones de Carlota Joaquina en la región, aunque sin éxito. Junto a otros patriotas impulsó la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, lo cual produjo la Revolución de Mayo; Belgrano integró la Primera Junta que dirigió el gobierno desde entonces. Se le encargó la dirección del Ejército del Norte, y aunque fue derrotado por las fuerzas realistas, sentó las bases de la declaración de independencia paraguaya de 1811.
En 1812 creó la bandera de Argentina en las cercanías de la ciudad de Rosario, y dirigió el éxodo jujeño, tras lo cual se impuso a los españoles en las batallas de Tucumán y Salta. Tuvo gran influencia en el Congreso de Tucumán y propuso la idea de establecer una monarquía constitucional dirigida por un noble Inca, pero no logró apoyo.
La educación fue una de sus principales preocupaciones: para ello elaboró durante su estadía en España un plan de acción con avanzadas ideas sobre la misma.
Belgrano no tenía, como él mismo lo ha dicho, grandes conocimientos militares, pero poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido.


Entre 1786 y 1793 estudió Derecho en las universidades españolas de Salamanca y Valladolid, donde se graduó como Bachiller en Leyes, con medalla de oro, a los 18 años de edad en la Cancillería de Valladolid, dedicando especial atención a la economía política. Por tal motivo, en Salamanca fue el primer presidente de la Academia de Práctica Forense y Economía Política.

Manuel Belgrano alcanzó un destacable éxito y prestigio por ese entonces, que le permitió obtener del papa Pío VI una autorización para leer toda clase de literatura prohibida. Dicha concesión se le otorgó "...en la forma más amplia para que pudiese leer todo género de libros condenados aunque fuesen heréticos.",5 con la única excepción de las obras obscenas. De esta manera tuvo acceso a los libros de Montesquieu, Rousseau y Filangieri; así como imbuirse de las tesis fisiocráticas de Quesnay. También leyó a los escritores españoles de tendencia ilustrada, como Jovellanos y Campomanes.

Más tarde, de regreso en territorio rioplatense, quizás a través de su primo Juan José Castelli, se interesó por el pensamiento de Francisco Suárez, quien declaraba que el poder de los gobiernos deviene de los pueblos.
Siguió los acontecimientos de la Revolución Francesa de 1789, que le influyeron hasta el punto de hacerle adoptar, como a José de San Martín, el ideario liberal de finales del siglo XVIII.

La Revolución francesa era un importante tema de discusión en Europa durante la permanencia de Belgrano.
Belgrano se rodeó de la élite intelectual de España, y por aquel entonces se discutía sobremanera la reciente Revolución francesa. Los cuestionamientos al derecho divino de los reyes, los principios de igualdad ante la ley y de libertad, y la aplicación universal de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, estaban en boca de todos. En esos círculos se consideraba imperioso refundar la nación bajo principios similares, y quienes no estaban de acuerdo eran tachados de tiranos y partidarios de ideas antiguas y desprestigiadas.5 Años más tarde escribiría en su autobiografía:
Juan José Castelli compartió con su primo Belgrano la labor en el consulado y en el periodismo.

Las invasiones inglesas
Belgrano fue designado capitán de las milicias urbanas de Buenos Aires en 1797 por el virrey Pedro de Melo. Trabajaba por entonces en el Consulado, y no tenía un interés genuino en desarrollar ninguna carrera militar. En su autobiografía declaró lo siguiente:
Si el virrey Melo me confirió el despacho de capitán de milicias urbanas de la capital, más bien lo recibí para tener un vestido más que ponerme, que para tomar conocimientos en semejante carrera.6
El virrey Sobremonte le encargó la formación de una milicia en previsión de algún ataque inglés, pero no tomó el encargo muy en serio. Esto llevó a su primer participación en un conflicto armado, cuando el 25 de junio de 1806 desembarcó una expedición de 1.600 soldados ingleses al mando de William Carr Beresford, lo cual inició las Invasiones Inglesas. Belgrano marchó al Fuerte de Buenos Aires apenas escuchó la alarma general, donde reunió a numerosos hombres para enfrentar la invasión.
Sin conocimientos de milicia, marcharon desordenadamente hacia el Riachuelo. Tras un único cañonazo inglés, debió obedecer las indicaciones de su jefe de mando y ordenar la retirada. Más tarde escribiría: "Nunca sentí más haber ignorado hasta los rudimentos de la milicia." Tras tomar la ciudad los ingleses exigieron a todas las autoridades que prestaran juramento de lealtad. El Consulado en pleno accedió a la demanda inglesa, exceptuando a Belgrano que sostuvo que "Queremos al antiguo amo, o a ninguno". Se exilió de Buenos Aires y buscó refugio en la capilla de Mercedes, en la Banda Oriental.

La Primera Junta de Gobierno

A principios de mayo de 1810 fue uno de los principales dirigentes de la insurrección que se transformó en la Revolución de Mayo. En ésta su papel fue central, tanto personalmente como en su papel de jefe del carlotismo. Participó en el cabildo abierto del 22 de mayo y votó por el reemplazo del Virrey por una Junta, que fue la propuesta vencedora. El 25 de mayo fue elegido vocal de la Primera Junta de Gobierno, embrión de un gobierno argentino, junto con otros dos carlotistas: Castelli y Paso.
Continuó dirigiendo y editando el Correo de Comercio, en el cual expresó:
Que no se oiga ya que los ricos devoran a los pobres, y que la justicia es sólo para los ricos.
Belgrano era el miembro de la Junta con más experiencia política, y el más relacionado: la mayor parte de los funcionarios nombrados por el nuevo gobierno lo fueron por consejo suyo. Dirigió por un corto período el ex partido carlotista, pero rápidamente el control del grupo — y en cierta medida del gobierno — pasó a Mariano Moreno.

Campaña al Paraguay y actividad en la Banda Oriental

Aunque no era militar profesional, fue nombrado general al mando del ejército libertador del Paraguay. Dice al respecto en su autobiografía:

“….Me hallaba de vocal de la Junta Provisoria cuando en el mes de agosto de 1810, se determinó mandar una expedición al Paraguay. La Junta puso las miras en mí para mandarme con la expedición auxiliadora, como representante y general en jefe de ella; admití porque no se creyese que repugnaba los riesgos, que sólo quería disfrutar de la Capital, y también porque entreveía una semilla de desunión entre los vocales mismos, que yo no podía atajar, y deseaba hallarme en un servicio activo, sin embargo de que mis conocimientos militares eran muy cortos……”.
En sus campañas militares llamó la atención su frugalidad y su modo de vida equiparable al de un soldado raso.

Ya en territorio paraguayo, logró una primera victoria sobre los realistas en la batalla de Campichuelo, pero resultó derrotado por tropas numéricamente muy superiores en la batalla de Paraguarí y en la batalla de Tacuarí. Estas derrotas, en 1811, significaron un revés para el intento de mantener a Paraguay unido a la Argentina, aunque logró influir efectiva y eficazmente en la emancipación de dicho territorio, a tal punto que en 1812 firmó con el nuevo estado un tratado de Confederación, que no pudo concretarse entonces. Es en esa época que redactó los Reglamentos para las provincias de Misiones, cuerpo legislativo que es precedente para la Constitución Nacional argentina.
Ante el agravamiento de la situación de los patriotas en la más estratégica Banda Oriental la Junta porteña obligó a Belgrano a concluir lo más pronto posible la campaña en Paraguay.
En octubre de 1811 se encontraba nuevamente en Paraguay y el día 12 firmó con el recientemente constituido primer gobierno independiente de dicho territorio un Tratado de Amistad, Auxilio y Comercio para una Confederación.

La creación de la bandera argentina

Fue nombrado jefe del regimiento de Patricios en reemplazo de Saavedra, que había sido condenado a destierro. Pero el Regimiento se negó a aceptarlo como su jefe, y se amotinó, en el llamado Motín de las Trenzas, que fue sangrientamente reprimido.19 Para recomponer la disciplina, fue enviado a Rosario a vigilar el Río Paraná contra avances de los realistas de Montevideo.
Allí, en Rosario a las orillas del Paraná, el 27 de febrero de 1812 enarboló por
primera vez la bandera argentina, creada por él con los colores de la escarapela, también obra suya. Lo hizo ante las baterías de artillería que denominó "Libertad" e "Independencia", donde hoy se ubica el Monumento Histórico Nacional a la Bandera. Inicialmente, la bandera era un distintivo para su división del ejército, pero luego la adoptó como un símbolo de independencia. Esta actitud le costó su primer enfrentamiento abierto con el gobierno centralista de Buenos Aires, personificado en la figura del ministro Bernardino Rivadavia, de posturas netamente europeizantes.
En cuanto a su elección de los colores de la bandera nacional argentina, tradicionalmente se ha dicho que se inspiró en los colores del cielo; esta versión es sin dudas válida aunque no excluyente de otras. Sin embargo, es muy probable que haya elegido los colores de la dinastía borbónica (el azul-celeste y el 'plata' o blanco) como una solución de compromiso: en sus momentos iniciales las Provincias Unidas del Río de la Plata, para evitar el estatus de rebelde declararon que rechazaban la ocupación realista, aunque mantenían aún fidelidad a los Borbones. Por otra parte, Belgrano parece haber sido devoto de la Virgen de Luján, y otras advocaciones de la Virgen (de Chaguaya, de Itatí, del Valle, de Cotoca, y de Caacupé), cuyas vestes tradicionalmente son o han sido albicelestes; en rigor ninguna de las teorías se contradice ya que los colores del cielo representan al manto de la Inmaculada Concepción de La Virgen cuyos colores fueron elegidos por la dinastía borbónica para su presea más importante entonces otorgada: la Orden de Carlos III, de esta presea o condecoración surgió luego durante las Invasiones Inglesas la escarapela y penacho del Regimiento de Patricios.
En el año 1938 por primera vez se celebró el Día de la Bandera en Argentina, eligiéndose el 20 de junio, día de la fecha de su fallecimiento.
                                                                                                      Continuará en segunda parte..............


martes, 21 de mayo de 2013

LOS PENSADORES MAS DESTACADOS DE LA ILUSTRACIÓN



Las ideas de la Ilustración habían puesto en tela de juicio la monarquía absoluta y el origen divino del poder de los reyes. Los ilustrados proponen alternativas diferentes para modificar el sistema absolutista.

MONTESQUIEU (1689-1755)

Filósofo y político francés, integrante de la nobleza, criticaba la monarquía absoluta. Partidario de un gobierno equilibrado, formuló la teoría de la división de poderes: el Legislativo, ejercido por una Asamblea o Parlamento, encargado del dictado de leyes; el Ejecutivo, ejercido por el rey y sus ministros, encargados de poner en práctica la leyes; y el Judicial, independiente de los otros poderes y reservado únicamente a los tribunales, que se encarga de juzgar las acciones de los miembros de la sociedad. Su obra fundamental fue “El espíritu de las leyes”.

VOLTAIRE (1694-1778)
Filósofo francés, famoso por su estilo irónico, pensaba que la monarquía podía mantener su carácter absoluto solamente si actuaba en beneficio de la comunidad. Rechazaba la idea del origen divino del poder de los reyes, sostenía que los monarcas debían respetar en sus acciones los principios de la Ilustración. Propuso medidas concretas para eliminar los elementos absolutos del Estado: abolir la tortura, el encarcelamiento sin autorización judicial; es decir, mantener la seguridad individual como objetivo principal. Sus ideas tenían eco en los miembros de la alta burguesía, por su defensa de la libertad individual y la propiedad.

ROSSEAU, Juan Jacobo (1712-1778)
Filósofo francés, elaboró una crítica más intensa a la monarquía absoluta: sólo de la voluntad de los pueblos pueden surgir las leyes y la soberanía. La base del Estado es un compromiso entre el pueblo y sus gobernantes: el contrato social. Si el gobernante no cumple este contrato, el pueblo puede desplazarlo. Rousseau fue de este modo el primero y gran expositor de la idea de la soberanía popular: el poder reside en la voluntad general de la comunidad, los gobiernos son solamente sus representantes. Su obra más representativa es el “Contrato Social”.
Sus ideas tuvieron intensa influencia en la Revolución Francesa de 1789 y lograron la aceptación entre los intelectuales y los sectores populares de las ciudades.

http://youtu.be/KWbJVVyG-yQhttp://youtu.be/KWbJVVyG-yQ


jueves, 16 de mayo de 2013

EL CONGRESO DE TUCUMÁN - ACTA DE DECLARACIÓN DE LA INDEPENDENCIA



Facsímil de la Declaración de la Independencia
Declarada por el Congreso de las Provincias Unidas en Sudamérica.
En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de 1816: terminada la sesión ordinaria, el Congreso de las Provincias Unidas continuó sus anteriores discusiones sobre el grande, augusto y sagrado objeto de la independencia de los pueblos que lo forman. Era universal, constante y decidido el clamor del territorio por su emancipación solemne del poder despótico de los reyes de España, los representantes sin embargo consagraron a tan arduo asunto toda la profundidad de sus talentos, la rectitud de sus intenciones e interés que demanda la sanción de la suerte suya pueblos representados y posteridad. A su término fueron preguntados ¿Si quieren que las provincias de la Unión fuese una nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli? Aclamaron primeramente llenos de santo ardor de la justicia, y uno a uno reiteraron sucesivamente su unánime y espontáneo decidido voto por la independencia del país, fixando en su virtud la declaración siguiente:
"Nos los representantes de las Provincias Unidas en Sud América, reunidos en congreso general, invocando al Eterno que preside el universo, en nombre y por la autoridad de los pueblos que representamos, protestando al Cielo, a las naciones y hombres todos del globo la justicia que regla nuestros votos: declaramos solemnemente a la faz de la tierra, que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que los ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojados, e investirse del alto carácter de una nación libre e independiente del rey Fernando séptimo, sus sucesores y metrópoli. Quedan en consecuencia de hecho y de derecho con amplio y pleno poder para darse las formas que exija la justicia, e impere el cúmulo de sus actuales circunstancias. Todas y cada una de ellas así lo publican, declaran y ratifican comprometiéndose por nuestro medio al cumplimiento y sostén de esta su voluntad bajo el seguro y garantía de sus vidas haberes y fama. Comuníquese a quienes corresponda para su publicación. Y en obsequio del respeto que se debe a las naciones, detállense en un manifiesto los gravísimos fundamentos impulsivos de esta solemne declaración." Dada en la sala de sesiones, firmada de nuestra mano, sellada con el sello del Congreso y refrendada por nuestros diputados secretarios.
El 19 de julio, en sesión secreta, el diputado Medrano hizo aprobar una modificación a la fórmula del juramento. Donde decía «independiente del rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli», se añadió:
"...y toda otra dominación extranjera"






EL PRIMER TRIUNVIRATO


                       
El Primer Triunvirato fue el órgano ejecutivo que reemplazó a la Junta Grande y gobernó las Provincias Unidas del Río de la Plata entre el 23 de septiembre de 1811 y el 8 de octubre de 1812. Originalmente, estaba formado por Feliciano ChiclanaManuel de Sarratea y Juan José Paso.

Origen del Primer Triunvirato

            La Junta Grande era el cuerpo que debía representar la opinión pública de las ciudades del interior, pero la acción ejecutiva de la misma se veía trabada por su excesivo número de miembros, y la oposición acusaba a la Junta de inoperante. La falta de un reglamento dificultaba sus funciones perdiendo tiempo en discusiones de modo, postergando así otros asuntos más importantes.
           
Después de que el General José Manuel de Goyeneche, al mando de las tropas realistas, derrotara a las fuerzas revolucionarias americanas en la Batalla de Huaqui, ocurrida el 20 de junio de 1811, el desprestigio de la Junta se incrementó.
La decisión de Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, de encargarse personalmente de la reorganización del Ejército del Norte, dio lugar a un alzamiento del sector que apoyaba a Mariano Moreno, que aprovechó su ausencia para forzar la elección de dos nuevos vocales por Buenos Aires para la Junta. Casi al mismo tiempo, se decidió concentrar el poder en un Triunvirato, formado por los dos nuevos diputados porteños (Paso y Chiclana) y por el más votado de los electores que habían participado de esa elección (Sarratea). De este modo, el poder representativo de la Junta quedaba reducido a la representación de los partidos (si es que se le puede dar ese nombre) de la Capital.
           
La formación del Triunvirato1 no significaba - al menos en un principio - la disolución de la Junta Grande, sino su transformación en una Junta Conservadora con atribuciones legislativas. Esta estaba formada por los miembros de la disuelta Junta Grande, pero de los cuales quedaban expresamente exceptuados Joaquín Campana y Cornelio Saavedra.

Integrantes del Primer Triunvirato

En abril de 1812, tras la salida de Paso




Centralización política

            La Junta Conservadora se abocó a la tarea de elaborar un documento para establecer las atribuciones de cada poder y el funcionamiento del gobierno. Para ello, redactó el 22 de octubre de 1811 un Reglamento Orgánico que adoptaba el principio de división de poderes. Según este, el Poder Legislativo residía en la Junta Conservadora de la Soberanía del señor Fernando VII y de las leyes nacionales, con facultad para declarar la guerra, firmar la paz, tratados de límites, crear tribunales y nombrar a los individuos del Poder Ejecutivo. El Triunvirato desempeñaría el Poder Ejecutivo, que respondía ante la Junta. El Poder Judicial, independiente, era ejercido por la Audiencia.

El Triunvirato, considerando que la Junta Conservadora se reservaba excesivos poderes, la disolvió, dejó sin efecto el Reglamento Orgánico, y asumió la totalidad del gobierno.
Para justificar su acción y organizar el gobierno, el 22 de noviembre de 1811 sancionó el Estatuto Provisional, que lo facultaba para asumir el gobierno y "adoptar cuantas medidas estime necesarias para la defensa y salvación de la Patria". Adoptó el título de Gobierno Superior Provisional de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
En diciembre de 1811 estalló un golpe contra el Triunvirato que tuvo su centro en el Regimiento de Patricios, el llamado Motín de las Trenzas. Tropas leales al gobierno lo reprimieron, y el Triunvirato dispuso la expulsión de los diputados del interior, acusados de haber contribuido al levantamiento.
            Demostrando su tendencia centralista, el Triunvirato suprimió las juntas provinciales el 23 de diciembre de 1811, reemplazándolas por gobernadores y sus delegados elegidos por él. Éstos eran, en su gran mayoría, porteños.
            También postergó la definición de la declaración de la independencia y la sanción de una Constitución. Se inició una etapa de marcado centralismo, fundamentado en que era necesaria la concentración del mando para conducir al país en medio de la guerra: las decisiones se tomaban en la capital y debían llegar a todas las provincias.
En cierto sentido, éste fue el nacimiento del unitarismo.3
En enero de 1812 suprimió la Real Audiencia de Buenos Aires, creando una Cámara de Apelaciones.
           
Gobierno

Entre las medidas del Triunvirato se cuentan:
  • Declaración de la libertad de prensa.
  • Aprobación de la ley de seguridad individual.
  • Creación de la Cámara de Apelaciones.
  • Reglamento de Institución y Administración de Justicia.
  • 13 de enero de 1812: se creó el Gobierno Intendencia de la Provincia de Buenos Aires.
  • Ordenó a Manuel Belgrano llevar tropas a proteger el pueblo de Rosario de los ataques navales españoles que partían desde Montevideo.
  • 18 de febrero de 1812: aprobó la utilización de una escarapela blanca y celeste, para su uso en el ejército. El mismo día ordenó a Belgrano hacerse cargo del Ejército del Norte.
  • 16 de marzo: Ordenó al teniente coronel José de San Martín la formación de un cuerpo especial de caballería, que sería conocido con el nombre de Regimiento de Granaderos a Caballo.
  • Comisión de Inmigración: fue fundada el 4 de septiembre de 1812 y constituyó la primera entidad establecida para fomentar la inmigración y colonización del territorio. Las guerras por la independencia impidieron su funcionamiento, aunque fue reactivada años más tarde, cuando Bernardino Rivadavia fuera ministro del gobierno de Buenos Aires, en 1824. Fue disuelta el 20 de agosto de 1830 por orden de Juan Manuel de Rosas.

La política frente a España
           
Bajo la dirección de Rivadavia, el gobierno mantuvo la política de aparente fidelidad a Fernando VII, postergando toda definición sobre el tema de la independencia y la constitución, aunque la guerra continuaba. El Reino Unido, aliado de España en la guerra contra Napoleón, aconsejaba mantener el reconocimiento del rey cautivo. Por esta razón se ordenó a Manuel Belgrano que guardara la bandera celeste y blanca que había presentado a las tropas en las barrancas del Paraná el 27 de febrero de 1812.

La oposición
El principal jefe de los gauchos de la Banda Oriental, José Artigas, rechazó el acuerdo y se trasladó al Campamento de Ayuí, seguido por gran parte de la población oriental, episodio conocido como el éxodo del pueblo oriental.

El 1 de julio de 1812, el ministro Rivadavia descubrió una conspiración de españoles contra el gobierno. Durante las investigaciones, basado en pruebas y confesiones extremadamente sospechosas, Rivadavia extendió la acusación a Martín de Álzaga, héroe de la época de las invasiones inglesas, y a un extenso grupo de partidarios, casi todos españoles.

Álzaga y sus "cómplices" fueron sometido a un proceso criminal secreto y expeditivo,5 por el cual fueron condenados a muerte. Las ejecuciones comenzaron el 4 de julio y, en total, fueron ejecutados más de treinta hombres, incluidos jefes militares, frailes y comerciantes. Sus bienes fueron expropiados.6 Caben entonces las dudas de que la conspiración haya sido real y si en realidad la inclusión de Álzaga entre los acusados no haya sido una venganza personal de Rivadavia por una vieja afrenta.
[editar]La Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica
Artículo principal: Logia Lautaro.

Un grupo de jóvenes americanos, que habían integrado el ejército español en la lucha contra Napoleón, llegó a Buenos Aires en marzo de 1812. Su objetivo era luchar por la independencia. Habían ingresado en las logias secretas liberales que actuaban en Europa, dependientes de la Gran Unión Americana, organizada por el "precursor" Miranda en Londres. El triunvirato los incorporó al ejército y les reconoció el grado militar.
Entre ellos se destacaban José de San Martín, a quien el gobierno le encomendó la organización de un cuerpo de caballería — el Regimiento de Granaderos a Caballo — y Carlos María de Alvear, joven ambicioso integrante de una de las principales familias porteñas.
A poco de llegar organizaron una sociedad secreta, la Logia Lautaro, con la finalidad de luchar por la independencia y la organización constitucional en América; se proponía fortalecer la unidad política y militar de la revolución, planeando una estrategia global frente al poder de los españoles en América. Incorporaron personalidades que sostenían el ideal emancipador, como Bernardo de Monteagudo, líder de la Sociedad Patriótica.

La logia matriz residía en Buenos Aires; su presidente era Alvear, siendo su vicepresidente San Martín. Poseía además filiales en el interior. Los miembros se llamaban Hermanos, tenían un código para comunicarse y se comprometían a consultar a la logia en caso de ser elegidos para integrar el gobierno.
Al mismo tiempo, los Jóvenes de la Sociedad Patriótica, que inicialmente apoyaban al gobierno, comenzaron a criticarlo. Desde diferentes periódicos insistían sobre la necesidad de declarar la independencia y de reunir un congreso que sancionase una constitución. Con el paso del tiempo, las miras de la Logia y de la Sociedad llegaron a confluir en una oposición conjunta.

El final: Revolución del 8 de octubre de 1812
            La acción de sus miembros estuvo limitada por sucesivas luchas por el poder. Con este gobierno, los morenistas lograron neutralizar a sus adversarios, pero las luchas internas y la amenaza de una invasión del Brasil minaron su poder.

A principios de octubre llegó a la capital la noticia de que, contrariando las órdenes del Triunvirato, Belgrano había enfrentado la invasión realista en la batalla de Tucumán, logrando una importante victoria. Esta noticia derrumbó el prestigio que podría haber mantenido el Triunvirato.
José de San Martín, conjuntamente con los miembros de la Logia Lautaro y la Sociedad Patriótica coincidieron en privilegiar la organización del Ejército Libertador y la declaración de la Independencia. La logia intentó llegar al poder apoyando la candidatura de Monteagudo en la renovación de los triunviros, estipulada para octubre de 1812. El Triunvirato logró el rechazo de Monteagudo y la elección de Pedro Medrano, allegado de Rivadavia, asegurando la continuidad de su política.

Al ver cerrado el camino al gobierno, la logia movilizó a las tropas, ocupando la Plaza de Mayo en la madrugada del 8 de octubre, con las tropas del Regimiento de Granaderos a Caballo bajo el mando de San Martín, y el Batallón de Arribeños al mando de Ocampo. Por su parte, la Sociedad Patriótica recurrió a las peticiones públicas y a la movilización de vecinos.
Después de ciertas vacilaciones, renunció el gobierno y el cabildo constituyó un Segundo Triunvirato, que estaba en sintonía con la Logia Lautaro. La elección fue ratificada por el pueblo.

lunes, 13 de mayo de 2013

La Primera Junta de Gobierno


Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII

Titular
Cornelio Saavedra
Desde 25 de mayo de 1810
Precedido por  Virreinato del Río de la Plata
Sucedido por   Junta Grande
            Se conoce con el nombre de Primera Junta de Gobierno, oficialmente la «Junta Provisional Gubernativa de las Provincias del Río de la Plata a nombre del Señor Don Fernando VII», a una Junta de gobierno surgida en Buenos Aires el viernes 25 de mayo de 1810.
Tuvo lugar tras la destitución del virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, como consecuencia de la Revolución de Mayo.
La sede del gobierno fue fijada en el Fuerte de Buenos Aires, que sirviera desde 1776 como residencia de los virreyes y donde hoy se encuentra la Casa de Gobierno. La Primera Junta existió como tal hasta el 18 de diciembre del mismo año, ya que con la incorporación de diputados del interior se transformó en la Junta Grande.
Los principios que proclamó la Revolución de Mayo y por los cuales se guió el accionar de la Primera Junta fueron los de la soberanía popular, el principio representativo y federal, la división de poderes y duración de los mandatos, y la publicidad de los actos de gobierno.

Integrantes de la Primera Junta
Presidente Cornelio Saavedra
Secretarios: Mariano Moreno Juan José Paso
Vocales: Manuel Alberti, Miguel de Azcuénaga, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Larrea, Domingo Matheu.

Fundamentos doctrinarios y duración

            Al principio, la Junta se presentó como una continuidad de la soberanía del monarca Fernando VII, prisionero en Francia. Se basó en la teoría de la retroversión de la soberanía, expuesta por Juan José Castelli en el Cabildo Abierto del día 22 de mayo, y el derecho de los pueblos a conferir la autoridad o mando en ausencia del monarca. En España se habían formado Juntas de Gobierno bajo ese mismo principio, que desconocían la autoridad del rey José Bonaparte nombrado por Napoleón Bonaparte en reemplazo del Deseado. Antes de la formación de la Primera Junta existieron otros intentos similares de formar juntas de gobierno en el virreinato, pero todos ellos fueron desbaratados.
            Sin embargo, los historiadores suelen considerar que las proclamaciones de lealtad a Fernando VII no eran reales, sino un engaño conocido como la Máscara de Fernando VII, que ocultaba las auténticas motivaciones independentistas de sus impulsores con el fin de evitar represalias.
Estos fundamentos doctrinarios se complementaron con la teoría de la subrogación, por la cual al sustituir a la autoridad virreinal se asumían todas sus funciones y dignidades, por lo que la Junta debía ser reconocida por todas las ciudades y villas.
El nuevo gobierno desconoció la autoridad del Consejo de Regencia sobre el territorio americano, basándose por un lado en su carencia de representatividad con respecto a los territorios americanos; por el otro, en su falta de legitimidad, puesto que el órgano que le había transmitido sus poderes, la Junta Suprema Central, no disponía de las facultades para hacerlo.
La Junta fue creada el 25 de mayo de 1810 y luego se transformó el 18 de diciembre del mismo año en la llamada Junta Grande.
“…En la muy noble y muy leal ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, a 25 de Mayo de 1810: sin haberse separado de la Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo, se colocaron a la hora señalada bajo de docel, con sitial por delante, y en él la imagen del Crucifijo y los Santos Evangelios; y comparecieron los Señores Presidente y Vocales de la nueva Junta Provisoria gubernativa, D. Cornelio de Saavedra, Dr. D. Juan José Castelli, Licenciado D. Manuel Belgrano, D. Miguel de Azcuénaga, Dr. D. Manuel Alberti, D. Domingo Mateu y D. Juan Larrea; y los Señores Secretarios Dr. D. Juan José Passo y Dr. D. Mariano Moreno, quienes ocuparon los respectivos lugares que les estaban preparados, colocándose en los demás los Prelados, Jefes, Comandantes y personas de distinción que concurrieron…”.

Algunas Acciones de gobierno

Una de las primeras medidas de la junta fue exigir juramento de obediencia; la Audiencia, el Cabildo de Buenos Aires y el Tribunal de Cuentas lo hicieron bajo protesta. Con el objetivo de incorporar al resto del virreinato al proceso revolucionario, se envió la Circular del 27 de mayo a sus ciudades y villas. El documento comunicaba el cambio de gobierno, exigía el reconocimiento y solicitaba la designación de representantes, que debían trasladarse a Buenos Aires, para integrar la Junta "Según el orden de llegada".
El 28 de mayo la Junta dictó su propio reglamento. Los asuntos del gobierno se derivaron en dos secretarías: de Gobierno y Guerra, a cargo de Mariano Moreno, y de Hacienda, encomendada a Juan José Paso. Las milicias fueron transformadas en regimientos regulares, dando origen al ejército de la revolución. Reconocía el derecho a petición al declarar que todo ciudadano podía hacer conocer a la Junta sus preocupaciones en materia de seguridad y "felicidad pública".

Obras de gobierno
--La Gazeta de Buenos Ayres
--Anunció a las provincias su instalación y las invitó a enviar diputados para que participaran en un Congreso (27 de junio).
--Dictó su propio reglamento (28 de junio).
--Creó por decreto La Gazeta de Buenos Aires, primer periódico que fuera usado como medio de propaganda política criollo.
--Fundó la Biblioteca Nacional de la República Argentina y fomentó la educación primaria. Atendió las necesidades de los indígenas y la salud de la población.
--Creó la primera escuadrilla naval y el Ejército. Creó el Departamento de Comercio y Guerra. Abrió la Escuela Militar, destinada a la formación de oficiales jóvenes.
Ordenó la detención del virrey Cisneros y el arresto de Santiago de Liniers.


Medidas frente a la Contrarrevolución
Los funcionarios españoles se resistieron al desplazamiento de Cisneros. Surgió así el problema de la contrarrevolución.
En Buenos Aires los principales núcleos de oposición fueron: la Audiencia, el Cabildo y el ex virrey. La Audiencia no reconoció a la Junta. Esta dispuso, en junio de 1810, la detención de Cisneros y de los miembros de la Audiencia y su embarque hacia España.
El Cabildo continuó en la oposición, hasta que sus integrantes fueron reemplazados por partidarios de la revolución.
En el interior, las autoridades de Córdoba (el 20 de junio), Potosí, Cochabamba, La Paz, Chuquisaca, Paraguay y Montevideo desconocieron el poder de la Junta Gubernativa. Se organizaron movimientos contrarrevolucionarios; el más peligroso, por su cercanía de Buenos Aires, fue el de Córdoba, que, dirigido por Liniers, estableció contactos con las autoridades altoperuanas, y reunió fuerzas para resistir.
La primera población en reconocer a la junta fue la de Luján el 2 de junio, le siguieron las de Maldonado (el 4 de junio) y Colonia del Sacramento (5 de junio), pero estas dos poblaciones fueron ocupadas por los realistas de Montevideo. Luego Concepción del Uruguay (8 de junio), Santo Domingo Soriano (9 de junio), Santa Fe (12 de junio), el Fortaleza de Santa Teresa, San Luis (13 de junio) y Corrientes (16 de junio). Salta el 19 de junio en medio de una gran oposición, Gualeguay, Gualeguaychú y Catamarca (22 de junio), Mendoza (23 de junio), Tarija (25 de junio). San Miguel de Tucumán decidió el 11 de junio esperar la decisión de Salta y luego lo hizo a favor el 26 de junio. Santiago del Estero (29 de junio). El gobernador de Misiones el 8 de julio. El cabildo de San Juan la rechazó el 13 de julio y la reconoció el día 28. San José de Jáchal (6 de agosto), San Agustín de Valle Fértil (10 de agosto). Después de sofocada la reacción de Liniers lo hizo Córdoba (8 de agosto) y Río Cuarto (13 de agosto), mientras que La Rioja evitó pronunciarse a favor hasta el 1 de septiembre. San Salvador de Jujuy (el 4 de septiembre). Cochabamba (23 de septiembre), Santa Cruz de la Sierra (24 de septiembre), Potosí (10 de noviembre), Chuquisaca (13 de noviembre), La Paz (16 de noviembre), Oruro (4 de diciembre).
La Junta trató de disuadir a los complotados; al no lograrlo, recurrió a la acción armada y a los castigos ejemplares. La medida más controvertida fue el fusilamiento de los contrarrevolucionarios de Córdoba, ejecutado durante la Primera Campaña al Alto Perú. Fue aprobado por la totalidad de los miembros de la Junta, con excepción del sacerdote Manuel Alberti.
Tres campañas militares organizó la Junta para terminar con la oposición de los funcionarios metropolitanos: Campaña al interior y al Alto Perú (1810-1811); Campaña al Paraguay (1811) y la Campaña a la Banda Oriental (1811-1812).

Crisis y transformación de la Junta

Hacia fines de 1810 las divergencias entre morenistas (tendencia más radical dentro de la Junta, conducida por Moreno) y saavedristas (tendencia más conservadora, encabezada por Saavedra) derivaron en la primera crisis de gobierno.
Como respuesta al gesto de un oficial del Regimiento de Patricios, en que durante un banquete exaltaba excesivamente la persona de Saavedra, como si fuera el "rey o emperador de América", Moreno presentó a la Junta un proyecto de Supresión de Honores. Se reservaban los honores para la Junta como institución de gobierno, eliminando los destinados al presidente. Saavedra no se opuso, y el documento fue aprobado el 6 de diciembre de 1810. Sin embargo, los jefes milicianos, temerosos de la pérdida de poder de Saavedra, presionaron para desplazar a Moreno.
Las ciudades del interior, cumpliendo lo dispuesto en la circular del 27 de mayo, enviaron sus representantes a la capital, para ser incorporados en la Junta. El Deán Funes, diputado de Córdoba, lideró el grupo.
Partidarios de la revolución, pero moderados en su mayoría, tenían diferencias con los porteños, fueran estos moderados o morenistas. Defendían el derecho de los pueblos a participar en el gobierno y recelaban de la supremacía de la capital.
Moreno se oponía a integrarlos a la Junta, considerando que debían formar el Congreso General de los pueblos para sancionar la constitución y establecer la forma definitiva de gobierno. Advertía que aumentar el número de integrantes del ejecutivo atentaría contra la unidad de criterio y la rapidez de la toma de decisiones.
La votación del 18 de diciembre de 1810, destinada a decidir la incorporación de los diputados del interior terminó con una amplia mayoría a favor de la incorporación.
Mariano Moreno consideró que la decisión era contraria al bien general del
Estado, aceptó la voluntad de la mayoría y presentó su renuncia, que no fue aceptada.
Posteriormente solicitó ser enviado en misión diplomática al exterior. Se le encomendó realizar gestiones en Río de Janeiro y Londres, pero murió en altamar.
Los diputados fueron integrados a la Junta, y el conjunto constituyó la llamada Junta Grande, que se formó oficialmente ese mismo día