En la Historia de Argentina el caudillaje es visto como un personaje tradicionalista,
totalmente opuesto al porteño y ligado a la causa federal. A partir de 1820,
con la desaparición de las autoridades nacionales, los caudillos cobraron aún más importancia en la sociedad
de las provincias, inclusive en Buenos Aires, con caudillos como Rosas. El
caudillo provinciano se oponía al centralismo de Buenos Aires,
también a la renovación minoritaria y a la modernidad. Estos caudillos
detestaban a Buenos Aires, entre otras cosas, por concentrar el poder emanado
de la posesión del puerto y los beneficios aduaneros que jamás habían sido en
provecho del interior. Sin embargo, cada caudillo cargó con una personalidad
singular. Los caudillos fueron muchos a lo largo de la Historia :
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José Gervasio Artigas (1764-1850).
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Juan Manuel de Rosas (1793-1877).
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Justo José de Urquiza (1801-1870).
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Estanislao López (1786-1838).
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Juan Bautista Bustos (1779-1830).
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José María Paz (1791-1854).
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Martín Miguel de Güemes (1785-1821).
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Alejandro Heredia (1788-1838).
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Andrés Guazurary (1785-c.1825).
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Juan Felipe Ibarra (1787-1851).
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Pascual Echagüe (1797-1867)
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Ricardo López Jordán (1822-1889).
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José Félix Aldao (1785-1845).
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Facundo Quiroga (1788-1835).
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Ángel Vicente Peñaloza (1798-1863).
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Felipe Varela (1821-1870).
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Francisco Ramírez (1786-1821).
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Santos Guayama (c.1830-1879)
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Manuel Taboada (1817-1872).
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Pedro Ferré (1788-1867).
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