martes, 26 de noviembre de 2013

PUEBLOS ORIGINARIOS Y CAMPAÑA DEL DESIERTO


La conquista del Desierto (1878-1885)

La Conquista del Desierto fue una campaña militar llevada a cabo entre 1878y 1885 por el gobierno de la República Argentina contra los pueblos amerindios, principalmente de las etnias mapuche y tehuelche, que logró el objetivo de ejercer el efectivo dominio sobre los territorios de la región pampeana y la Patagonia que la Argentina había heredado del Virreinato del Río de la Plata, perteneciente a la corona de España, pero que hasta ese entonces permanecían bajo el control de diversas tribus aborígenes.
En un sentido histórico más amplio, el término incluye también a las campañas previas a la Conquista del Desierto, es decir, al conjunto de expediciones militares llevadas a cabo por los españoles y los gobiernos nacionales y provinciales argentinos que los sucedieron, en contra de los indios, antes de la gran campaña de 1879.

 

Antecedentes

Entre 1833 y 1834, al concluir su primera gobernación en la Provincia de Buenos Aires, el general Juan Manuel de Rosas emprendió una exitosa campaña contra las tribus indígenas conocida como Campaña de Rosas al Desierto.  La situación en la frontera tuvo una precaria paz.
El enfrentamiento entre la Confederación Argentina y la Provincia de Buenos Aires debilitó en sumo grado la seguridad de las fronteras interiores con los pueblos indígenas que habitaban en el sur, quienes debido al beneficio que les reportaba la disminución de las fuerzas en la frontera recrudecieron losmalones contra los blancos, casi de forma permanente, aprovechando la situación interna embanderándose tanto a favor de la Confederación -por ejemplo ranqueles y Calfucurá-, y otros a favor de Buenos Aires -el caso de Cipriano Catriel.
Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento (1868-1874), se logró consolidar en el río Quinto la frontera por el sur del área controlada por las provincias deCórdoba y San Luis, levantándose los fortínes: Fraga, Romero, Toscas, Villa Mercedes, Retiro, Totoritas, Esquina, Pringles, Tres de Febrero, El Lechuzo, 1° de Línea, Sarmiento y Necochea; al este del río Quinto; mientras que al oeste de ese curso fluvial se erigieron los fortines Achirero, Guerrero y Gainza. El área controlada por la Provincia de Buenos Aires por el sur se logró estabilizar en la línea que unía Lavalle Norte (Ancaló), General Paz, Blanca Grande, Lavalle Sur (Sanquilcó), y San Martín.
El 5 de marzo de 1872 con un ejército estimado en 6000 combatientes, Calfucurá inició la llamada invasión grande a la provincia de Buenos Aires. Montó así una fuerza integrada aproximadamente por sus 1500 lanzas de escolta, sumando 1500 aportadas por Pincén, 1000 argentinos de Neuquén y 1000 chilenos traídos por Alvarito. Sólo los ranqueles de Mariano Rosas no se sometieron al mando de Namuncurá, aunque pelearon por su cuenta.
Los indios con frecuencia asaltaban los asentamientos fronterizos, robaban caballos y ganado, y las mujeres y niños capturados eran esclavizados u ofrecidos como esposas a los guerreros. El ganado robado era comercializado por hacendados chilenos que llegaron a instalar una población sobre el río Neuquén, llamada Malbarco, en donde engordaban la hacienda antes de trasladarla a su país. Las autoridades chilenas consentían y fomentaban estas actividades.
El ministro Adolfo Alsina dirigió la defensa de los poblados y estancias y concentrándose en la frontera de la provincia de Buenos Aires, respondió al ataque, forzando a los indios a retroceder. Para proteger los territorios conquistados y para evitar el transporte del ganado robado construyó la llamada Zanja de Alsina, en 1876, que era una trinchera de dos metros de profundidad y tres de ancho con un parapeto de un metro de alto por cuatro y medio de ancho. La Zanja de Alsina sirvió como límite para los territorios sin conquistar de 374 km entre Italó (en el sur de Córdoba) y Colonia Nueva Roma (al norte de Bahía Blanca).

 

Pueblos indígenas involucrados

Los pueblos indígenas que se vieron involucrados en las campañas, incluyendo a los aliados del gobierno, fueron los siguientes:
§  Ranqueles, surgidos de la araucanización o mapuchización de un sector de los tehuelches septentrionales, dominaban el sur de las provincias de Mendoza, Córdoba y San Luis y el norte de la de La Pampa.
§  Salineros, gobernados desde las Salinas Grandes por la dinastía mapuche de los Curá, dominaban el sudeste de La Pampa y el oeste de Buenos Aires.
§  Tribu de Pincén en el noroeste de Buenos Aires.
§  Tribu del cacique Cachul, tehuelches septentrionales mapuchizados, vivían en la zona de Tapalqué.
§  Manzaneros, tehuelches septentrionales mapuchizados ubicados en Río Negro, Neuquén y Chubut.

 

La campaña de Roca

Hacia la década de 1870 los continuos ataques masivos que desde el dominio indígena practicaban los aborígenes contra las estancias y poblados, mediante los malones dificultaban el progreso de la región y del país.
Después de que Adolfo Alsina muriera en 1877, el general Julio Argentino Roca fue nombrado nuevo ministro de Guerra por el presidente Avellaneda. Pero, en contraste con su antecesor Alsina, Roca creía que la única solución contra la amenaza de los indígenas era subyugarlos, expulsarlos, o asimilarlos. La política de contención del indio en las fronteras no había dado resultados satisfactorios.
El general Roca presentó su proyecto de realizar una serie de incursiones militares llamadas en su conjunto «conquista del desierto» que se llevarían a cabo con una conjunción entre fuerzas militares nacionales más guerreros de las tribus aliadas. La finalidad era dar por término a los constantes ataques indios, y al mismo tiempo, incorporar a los esquemas productivos de la Argentina los territorios pampeanos y patagónicos donde las distintas tribus amerindias habitaban, afianzando definitivamente la soberanía nacional.
Para llevar a cabo este plan, el 4 de octubre de 1878 fue sancionada la ley N° 947, que destinaba 1.700.000 pesos para el cumplimiento de la ley de 1867 que ordenaba llevar la frontera controlada efectivamente por el estado argentino hasta los ríos Negro, Neuquén y Agrio.
Mientras tanto, los jefes de sectores de fronteras realizaron diversas operaciones durante el año 1878 y comienzos de 1879, para preparar la ofensiva. El 6 de diciembre de 1878, elementos de la División Puán, al mando del coronel Teodoro García, se enfrentaron con una fuerza de indios en las alturas de Lihué Calel. En una batalla breve pero muy reñida, 50 indios fueron muertos, 270 capturados y 33 colonos europeos fueron puestos en libertad.
A finales de 1878, empezó la primera ola para dominar la zona entre la Zanja de Alsina y el río Negro, a través de ataques sistemáticos y continuos a los toldos de los indígenas. El coronel Nicolás Levalle, y luego el teniente coronel Freire, atacaron a las fuerzas encabezadas por Manuel Namuncurá, provocándole más de 200 muertos. Mientras tanto, el coronel Lorenzo Vintter tomaba prisionero a Juan José Catriel y más de 500 de sus guerreros, a la vez que se hizo otro tanto con Pincén, cerca de Laguna Malal. Estos caciques fueron confinados en la isla Martín García. Posteriormente, elranquel Epumer fue capturado en Leuvucó por el capitán Ambrosio. Otras acciones fueron dirigidas por el mayor Camilo García, el teniente coronel Teodoro García, el coronel Rudecindo Roca, el coronel Nelson, el mayor Germán Sosa, el coronel Eduardo Racedo, el teniente coronel Rufino Ortega, y el teniente coronel Benito Herrero. En estas operaciones, unos 400 indios son muertos y más de 4.000 son capturados y unos 150 colonos europeos son liberados y 15.000 cabezas de ganado son recuperadas.
§  La primera división, al mando del general Roca, partió de Carhué el 29 de abril de 1879 con 1900 soldados y 105 indígenas aliados, y el 24 de mayo entraron en la isla de Choele-Choel. En junio, Roca regresó a Buenos Aires, quedando al mando el coronelConrado Villegas.
§  La segunda división, al mando del coronel Nicolás Levalle, partió de Carhué con 325 soldados y 125 indígenas aliados pertenecientes al cacique Tripailao. Avanzó hacia Traru-Lauquen en la actual Provincia de La Pampa, y enfrentó a Namuncurá.
§  La tercera división, al mando de Eduardo Racedo, partió de Villa Mercedes hacia Potahue con 1350 hombres, entre los que se contaban guerreros ranqueles de las tribus aliadas comandadas por los caciques Cuyapán y Simón. Esta división persiguió al cacique Baigorrita, no logrando capturarlo, aunque sí tomó prisioneros a 500 de sus indígenas.
§  La cuarta división, al mando de Napoleón Uriburu, partió desde San Rafael el 21 de abril, rumbo a la confluencia de los ríos Limay y Neuquén. Esta división dio muerte, en Chos Malal, al cacique ranquel Peyeumán; en el río Agrio tomó prisionero al cacique Painécon 60 de sus guerreros; y finalmente dio muerte al cacique Baigorrita. Estas acciones dejaron un saldo de 1000 indígenas muertos, y 700 tomados prisioneros.
§  La quinta división, al mando del teniente coronel Hilario Lagos, partió de Trenque Lauquen, y en Curu-Pichi-Cajuel el teniente coronel Godoy mató al capitanejo Lemumier y su hijo. Esta columna tomó a 629 indígenas como prisioneros.

 

Consecuencias

El Informe Oficial de la Comisión Científica que acompañó al Ejército Argentino es considerablemente específico respecto de los resultados de la guerra:
El año 1879 tendrá en los anales de la República Argentina una importancia mucho más considerable que la que le han atribuido los contemporáneos. Ha visto realizarse un acontecimiento cuyas consecuencias sobre la historia nacional obligan más la gratitud de las generaciones venideras que la de la presente, y cuyo alcance, desconocido hoy, por transitorias cuestiones de personas y de partido, necesita, para revelarse en toda su magnitud, la imparcial perspectiva del porvenir. Ese acontecimiento es la supresión de los indios ladrones que ocupaban el Sur de nuestro territorio y asolaban sus distritos fronterizos: es la campaña llevada a cabo con acierto y energía, que ha dado por resultado la ocupación de la línea del Río Negro y del Neuquén.
Roca, al mando de un ejército moderno y bien pertrechado, sometió la tenaz pero inútil resistencia que pudieron ofrecer los otrora indomables mapuches, causando una gran cantidad de víctimas y desplazando a las poblaciones restantes a regiones periféricas. En esos mismos años, la misma etnia de los mapuches fue también derrotada, en este caso por el estado chileno, pero en la tierra de donde eran originarios, durante la Ocupación de la Araucanía, denominada en los documentos oficiales chilenos como «pacificación de la Araucanía».
Esta campaña se realizó, además, porque la persistente dificultad de poblamiento que la Argentina había tenido respecto a las tierras patagónicas heredadas de España, había provocado que otras potencias se fijaran en esa región, en especial el Reino Unido, el cual ya le había arrebatado las islas Malvinas, y Chile, que ya contaba con una colonia austral posicionada en el sector del estrecho de Magallanes otorgado por el uti possidetis a las Provincias Unidas.

lunes, 4 de noviembre de 2013

DE CASEROS a PAVÓN: El período previo al “PROCESO DE ORGANIZACIÓN DE LA REPUBLICA ARGENTINA” I) La Argentina de 1852 A 1861.

La Batalla de Caseros.
Rosas gobernaba la provincia de Buenos Aires, por decisión de la Legislatura, con gran influencia de Buenos Aires sobre el resto del territorio nacional, desde 1829, ejerciendo en nombre de todas las provincias unidas, las relaciones exteriores.

Partidario de una organización de hecho y no de derecho, se mostraba contrario a sancionar una Constitución que diera consistencia jurídica al país.
El 1 de mayo de 1851, Urquiza, gobernador de Entre Ríos, realizó “El Pronunciamiento” contra Rosas, aceptando la renuncia que periódicamente Rosas presentaba, y le era rechazada, sobre el manejo de las relaciones exteriores.
El 29 de mayo firmó una alianza con Brasil para defender la soberanía y la paz de la Banda Oriental, logrando terminar con el sitio de Montevideo.
La invasión a la Banda Oriental por parte de Brasil, y la incursión de una escuadra brasileña en los ríos interiores de la República Argentina, dieron motivos a Rosas para declarar la guerra al Imperio del Brasil, el 18 de agosto de 1851.
Esto favoreció los planes de Urquiza, que firmó con Uruguay y Brasil, un tratado el 21 de noviembre de 1851, para enfrentar a Rosas.
Reunió un ejército, conocido como “Ejército Grande” compuesto por 10.000 entrerrianos y 5000 correntinos, éstos últimos a las órdenes de Virasoro, en su mayoría gauchos, a los que se sumaron uruguayos (2.000 efectivos) y brasileños ( 4.200 hombres bien entrenados del ejército imperial) que ocuparon la parte central de las operaciones de batalla.
Además contaban con fuerzas reservistas brasileñas situadas en Colonia, al mando del Marqués de Caxias (“Ejército Chico” de 12.000 personas) que le cerraba el paso a Rosas hacia Santa Fe, para impedir que interceptara a Urquiza.
Estaban dotados de cohetes y 45 cañones. Eran sus jefes: Urquiza, Caxias y Márquez de Souza. “El Entrerriano” y su gente, con una caballería sumamente entrenada, enfrentaron a las fuerzas de la Confederación Argentina, que reunían una infantería de 22.000 hombres, más 12.000 a caballo, contando con 60 cañones, pero mal acondicionados.
El General Juan Manuel de Rosas, confió la Dirección General de la batalla al general Ángel Pacheco.
Los antirosistas en el camino, tuvieron sus complicaciones. A la altura de “El Espinillo”, el “Regimiento Aquino”, asesinó a sus jefes y se pasó al bando rosista.
Urquiza cruzó el Paraná a mediados de diciembre, apoyado por la escuadra brasileña, logrando el 30 de enero, trasponer el río Las Conchas, sin ser detenido por Pacheco, que tras ese episodio renunció.
Rosas entonces, tomó el mando supremo del ejército, y marchó con sus hombres hacia Caseros, tras una reunión con otros jefes, a quienes solicitó ayuda tras la renuncia de Pacheco, entre los cuales estaban el Coronel Chilavert (que era contrario a enfrentarse en Caseros, pero no había tiempo para elegir otro sitio, por la proximidad del enemigo) y otros militares del mismo rango, como Costa, Bustos, Lagos, Díaz, Maza, Hernández, Cortina, y el General Pinedo. Díaz y Chilavert no eran partidarios del régimen rosista, pero decidieron apoyarlo para enfrentarse a Brasil.
El escenario del encuentro fue en una zona cercana a la ciudad de Buenos Aires, en una estancia, donde e habían acuartelado los rosistas.
El día: el 3 de febrero de 1852. Lamadrid y Medina en el ala derecha del bando de Urquiza, arremetieron contra la izquierda rosista, aniquilándola.
Las últimas fuerzas de Rosas, en sucumbi,r fueron las que estaban al mando de Martiniano Chilavert. En aproximadamente cinco horas las fuerzas de la Confederación habían perdido la batalla. Rosas, herido en una mano, buscó refugio en Buenos Aires, donde presentó su renuncia, redactada en lo que hoy es, Plaza Garay, en ese entonces, Hueco de Los Sauces. Luego, se dirigió a Gran Bretaña, exiliado, para no retornar jamás.
El día 20 de febrero de 1852, las fuerzas de Urquiza entraban triunfales en Buenos Aires. Junto a Justo José de Urquiza, otras destacadas figuras, como Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre hicieron su ingreso glorioso.
Urquiza se instaló en la residencia de Palermo, donde viviera Rosas. La gobernación de Buenos Aires fue ocupada interinamente por Vicente López y Planes. La Constitución para el país ya era un hecho, que se concretó en 1853, y aún sigue vigente, con modificaciones.
Los desertores de las fuerzas de Urquiza fueron ejecutados, como Chilavert, y los pocos hombres que quedaron del regimiento Aquino. El estado argentino debió soportar el pago de una deuda hacia el imperio de Brasil, que le había concedido un préstamo de 100.000 patacones a un interés del 6 % anual.
LA BATALLA DE CEPEDA DE 1859
ANTECEDENTES.
Luego de sancionada la Constitución Nacional de 1853, de carácter federal, que con modificaciones se mantiene vigente, no quedó aún concluida la rivalidad entre Buenos Aires y la Confederación. Esta última, ante la separación de los porteños, estableció su capital en Paraná (provincia de Entre Ríos). En 1854, asumió el primer presidente constitucional de la confederación: Justo José de Urquiza.

Buenos Aires sufrió restricciones, comerciales, al gravarse sus productos en forma más perjudicial que los que operaban a través del puerto de Rosario, pero aún así se mantenía en una situación económicamente pujante.
La discordia entre unitarios y federales se agravó cuando el gobierno porteño prestó ayuda al líder del partido Colorado, de la República Oriental del Uruguay, que se había refugiado en Buenos Aires, y desde allí planeó una invasión a su país para reconquistar el mando en manos del Partido Blanco, que obtuvo el apoyo de la Confederación.
Otro problema surgió tras el asesinato del ex gobernador sanjuanino, el caudillo, general Benavides, por parte de quien estaba a cargo del gobierno de esa provincia, Gómez Rufino, acto que fue apoyado por el gobierno porteño, lo que les valió ser acusados por la Confederación de planear el crimen.
Santiago Derqui, ministro del Interior de la Confederación viajó a San Juan donde detuvo y trajo prisionero a Paraná, a Gómez Rufino.
La suerte de las relaciones entre porteños y provincianos estaba sellada: la guerra era inminente.
El problema intentó ser mediado por Benjamín Yancey, ministro plenipotenciario de Estados Unidos, y por el hijo del presidente paraguayo, Francisco Solano López, con resultado negativo, ante la posición intransigente de las partes, sobre todo la del gobernador de Buenos Aires, Valentín Alsina que exigía que Urquiza fuera depuesto.
El 1 de abril de 1859, por ley del Congreso se ordenó a Urquiza incorporar a Buenos Aires al resto del país, ya sea en forma pacífica, o, en caso necesario, por medio de la fuerza.
LA PELEA EN LA BATALLA

Era principios de octubre cuando la ciudad de Rosario recibió en sus cercanías, a Justo José de Urquiza, al mando de 14.000 hombres. En San Nicolás, se apostó Mitre al mando de las fuerzas porteñas, reuniendo 10.000 hombres. Los federales superaban a los unitarios, sobre todo en la caballería.
El encuentro se produjo en la cañada de Cepeda, el 23 de octubre de 1859, y la caballería federal se impuso, obligando a Mitre a retirarse a San Nicolás y desde allí a Buenos Aires.

CONSECUENCIAS
El triunfo federal, significó que estos se sintieran fuertes, y Urquiza, que se había asentado en San José de Flores, exigió la destitución de Alsina, para aceptar negociar. El 8 de noviembre, Alsina renunció, asumiendo en forma provisoria Felipe Lavallol. La negociación se realizó con la mediación del general Francisco Solano López.
El Pacto de San José de Flores, celebrado el 10 de noviembre de1859, significó que Buenos Aires y la Confederación, se integrarían bajo un gobierno y una constitución común. Esta Constitución, sancionada en 1853, podía ser revisada por los porteños, ya que no habían participado en su redacción.

La Batalla de Pavón

                               ANTECEDENTES
El largo conflicto entre Buenos Aires y la Confederación, tuvo su punto culminante en la batalla de Cepeda del 23 de octubre de 1859, que no pudo ser impedida, aún por las gestiones del representante de Estados Unidos, Yancey, y por Francisco Solano López, ministro plenipotenciario paraguayo.
En esta batalla, Urquiza, al mando de los ejércitos de la confederación, derrotó a los porteños, al mando de Mitre. El 11 de noviembre se firmó el Pacto de San José de Flores, por el cual Buenos Aires se incorporaría a la Confederación. Como esa provincia, no había intervenido en la sanción de la Constitución de 1853, debía convocar a una Convención que la estudiaría, a efectos de proponer las reformas que considerase pertinentes.



En septiembre de 1860, se reunió una Convención nacional, que reformó la Constitución de acuerdo a lo propuesto por Buenos Aires.
La paz nacional parecía asegurada. Sin embargo, el 16 de noviembre de 1860, se produjo el asesinato del coronel José Virasoro, designado por influencia de Urquiza, como gobernador de la provincia de San Juan. Junto a él, mataron salvajemente a toda su familia. El asesinado era un hombre sin muchas condiciones políticas, que gobernaba en firma dictatorial, e iba a peticionarse su renuncia.
El señalado como promotor del crimen fue un sujeto de la amistad de Sarmiento y de Mitre, llamado Antonino Aberastain, quien ocupó el cargo vacante de gobernador sanjuanino. En Buenos Aires, se festejó el hecho criminal, por considerarse que había desaparecido un tirano, lo que generó reacciones de oposición en la Confederación.
Mitre, gobernador de Buenos Aires, negó toda vinculación con los sangrientos hechos, y de acuerdo con Derqui, quien había asumido democráticamente, como Presidente, el 5 de marzo de 1860, al expirar el período presidencial de Urquiza, aceptó la designación de un interventor para la provincia cuestionada. Fue designado para esa función, el gobernador de San Luis, Juan Saá. Éste se enfrentó por las armas con Aberastain y lo venció en la Rinconada del Pocito, tras lo cual vengó la muerte de Virasoro matando a Abarastain y a muchos de sus hombres.
Estos excesos cometidos por Saá, fueron inculpados a Derqui, por parte de Mitre, aunque el Presidente, se manifestó en desacuerdo y molesto por lo acontecido.
Este hecho, sumado al rechazo de los diputados porteños al Congreso Nacional por haberse seguido en su designación el procedimiento de la ley provincial, y no el de la nacional, hicieron que nuevamente el conflicto, entre Buenos aires y la Confederación, resurgiera.
El Pacto de San José de Flores fue anulado por el Congreso, organismo que autorizó al Poder Ejecutivo Nacional a intervenir y pacificar la provincia de Buenos Aires.
El 24 de mayo de 1861, Derqui intervino la provincia de Córdoba, lo que fue visto por Urquiza y sus hombres como una traición. A esto se sumó el hallazgo de unas cartas en las que Derqui hablaba de neutralizar a Urquiza.
Derqui se retiró a Córdoba para preparar las fuerzas que enfrentarían al gobierno porteño. Mientras tanto, en el vicepresidente Pedernera, puso las tropas entrerrianas y correntinas al mando de Urquiza, quien convencido de que era traicionado por el gobierno central no puso demasiado entusiasmo en la empresa.
Se intentó llegar a una solución pacífica mediante la mediación de Inglaterra, Francia y Perú. Se logró reunir a las fuerzas en pugna, pero la batalla ya era un hecho, al no deponer ninguna de las partes su actitud belicista.
LA BATALLA
La batalla se produjo en Pavón, en la Provincia de Santa Fe, el 17 de septiembre de 1861. Urquiza se había instalado con 17.000 hombres, en las nacientes del arroyo Pavón, contando con el apoyo de Virasoro, Francia, Saá y López Jordán.
Mitre acampó al sur del arroyo del Medio, con 15.400 efectivos. Junto a él, se disponían a la lucha, Paunero, Venancio Flores, Hornos y Emilo Mitre.
La fuerza de los porteños se basaba sobre todo en la infantería. La caballería de la Confederación era mucho más efectiva, lo que se demostró en el campo de batalla donde la poca caballería porteña, sucumbió casi de inmediato.
En forma súbdita, Urquiza, en el fragor de la lucha, decidió retirase del campo de batalla, viendo que su infantería había sido derrotada en el centro, y se habían perdido 32 cañones.

CONSECUENCIAS
El día 4 de octubre, Mitre se dirigió hacia Santa Fe. Sus fuerzas navales ingresaron el día 8 en Rosario, y el ejército, el día 12.
Ante la derrota, Derqui, establecido en santa Fe, presentó su renuncia. La presidencia, desempeñada por el vicepresidente. Pedernera, decretó el 13 de diciembre de 1861, la disolución de las autoridades nacionales.

Paraná dejó de ser lugar de asentamiento de las autoridades nacionales, y la provincia de Entre Ríos continuó gobernada por Urquiza. Éste llegó a un acuerdo con Mitre, para que Entre Ríos y Corrientes no sean molestadas, a cambio de que Urquiza no se interponga en la destitución de las autoridades nacionales.
Mitre, vencedor de Pavón, fue reconocido como Encargado del Poder Ejecutivo Nacional. Aceptó la vigencia de la Constitución Nacional, llamó a elecciones para integrar un nuevo Congreso y convocó a elecciones presidenciales. El triunfo lo consagró como Presidente siendo designado el Dr. Marcos Paz, en el ejercicio de la Vicepresidencia.